OBLIGACIONES Y ACTUACIONES DEL EMPRESARIO
En
concreto, la evaluación de riesgos, que es un proceso posterior a la
eliminación de los riesgos evitables, tiene como objetivo obtener la
información necesaria para tomar una decisión apropiada sobre la necesidad de
adoptar medidas preventivas y, en tal caso, sobre el tipo de medidas que se
deben adoptar.
La
eliminación de los riesgos evitables corresponde efectuarla, preferentemente,
en las fases de concepción y diseño de la actividad laboral, tratando de evitar
en lo posible las condiciones que permiten el asentamiento y favorecen el
desarrollo de agentes biológicos y, en consecuencia, evitando que puedan llegar
a darse situaciones de riesgo para la salud y seguridad de los trabajadores.
En primer
lugar es necesario determinar la presencia, o posible presencia, de agentes
biológicos en el lugar de trabajo, ya que esta circunstancia puede suponer un
riesgo que es necesario evaluar. La presencia de un agente biológico puede
ocurrir siempre que se produzca alguna de las siguientes circunstancias:
·
Se utiliza
o manipula en el proceso laboral o en sus actividades, de las que forma parte y
es objeto principal del trabajo.
·
No se
utiliza ni se manipula en el proceso laboral, pero puede estar infectando
personas, animales o colonizando materiales y liberarse al ambiente en el
transcurso de la actividad laboral.
·
Penetra
desde el exterior por alguna vía (aire, agua, etc.). En este caso, la presencia
de estos agentes en el lugar de trabajo, que puede depender de la zona (rural,
urbana, etc.), la climatología o la estación del año, se debe entender como
presencia de niveles significativamente superiores a los que son habituales en
el aire exterior, lo que indica colonización y proliferación del agente en el
lugar de trabajo.
En las
actividades con intención deliberada de utilizar agentes biológicos su
presencia es evidente puesto que el agente biológico forma parte esencial del
proceso.
Sin
embargo, en las actividades sin intención deliberada de utilizar agentes
biológicos, determinar su presencia es más complejo. En esta situación es fundamental
disponer de información sobre los siguientes aspectos (lista no exhaustiva): el
tipo de actividad laboral desarrollada, los agentes biológicos típicamente
asociados a esa actividad (presencia teórica), los materiales implicados en el
proceso productivo, los procedimientos y los equipos de trabajo utilizados en
el mismo y las características de las instalaciones y del lugar de trabajo.
Al
término del proceso de análisis de esta información es posible que aún exista
incertidumbre sobre la presencia de los agentes biológicos. Frente a este
factor de incertidumbre, la evaluación se debe realizar atendiendo al
principio de precaución, es decir, dando por segura la presencia de los agentes
biológicos.
Si, como
resultado de esta etapa, se establece sin lugar a duda que en el desarrollo de
las tareas no se identifica el factor de riesgo “exposición a agentes biológicos”,
se dará por concluido el proceso de evaluación de riesgos por exposición a
agentes biológicos. No obstante, como cualquier actividad laboral, seguirá sometida
a las exigencias generales en materia de prevención de riesgos laborales y
aquella normativa específica que le fuera de aplicación.
Identificada
la presencia o posible presencia de agentes biológicos en el lugar de trabajo,
y antes de valorar el riesgo de exposición a los mismos, se ha de intentar
eliminar este riesgo, y solamente cuando dicha eliminación no sea factible se
continuará con el proceso de evaluación. Por lo tanto, la evaluación de riesgos
por exposición a agentes biológicos es un proceso que se inicia tras la
identificación de los factores de riesgo (presencia o posible presencia de
agentes biológicos) y para aquellos riesgos que no se han podido evitar.
La
evaluación de riesgos debe determinar la naturaleza (agente biológico y grupo
al que pertenece), el grado (cantidad manipulada/concentración ambiental de
agentes biológicos) y la duración (tiempo que el trabajador está expuesto a
una determinada cantidad/concentración) de la exposición.
La
metodología de evaluación de riesgos será distinta en función de la forma en
que se materialice el daño.
En ese
sentido se pueden distinguir dos situaciones de exposición:
1. La
infección ocurre tras la existencia de un accidente laboral, por ejemplo:
cortes o pinchazos con material o instrumentos contaminados, mordeduras,
arañazos, picaduras de insectos, etc. En estos casos, el accidente es
habitualmente declarado, investigado y con causas casi siempre conocidas.
2. La infección,
alergia o toxicidad es fruto de una exposición laboral similar a las que tienen
lugar en el ámbito de la higiene industrial cuando se trata de agentes
químicos, en las que el agente contaminante puede estar presente en el ambiente
en concentraciones indeterminadas, pudiendo o no causar daño en la salud de
los trabajadores.
En
actividades con intención deliberada de utilizar agentes biológicos la
evaluación de riesgos será relativamente sencilla porque se conocen los
agentes utilizados y sus características; además, su localización, la cantidad
y los procedimientos de trabajo para su manipulación están bien determinados
así como los riesgos de exposición. El proceso de evaluación será, pues, similar
al seguido para la evaluación de riesgos por exposición a agentes químicos, y
debe permitir, teniendo en cuenta que los agentes biológicos son conocidos y su
presencia voluntaria en determinado punto del proceso:
a) Conocer
la identidad de los agentes biológicos (género y especie) utilizados y su
clasificación, en función del riesgo de infección, en uno de los cuatro grupos definidos;
b) determinar los focos de contaminación; c) conocer la cantidad de agentes
biológicos presentes en el proceso; d) valorar la probabilidad de contacto
entre el trabajador y el agente; e) definir las estrategias para la reducción
de riesgos, y f) valorar la efectividad de las medidas preventivas adoptadas.
Cuando se
trata de actividades sin intención deliberada de utilizar agentes biológicos,
el proceso de evaluación es más complejo ya que algunos de los puntos que se
deben considerar quedarán bajo la forma de probabilidades. Es importante
obtener la mayor información posible sobre la exposición, a fin de poder
adoptar las medidas preventivas más adecuadas atendiendo a la actividad
realizada.
Con este
objetivo es importante conocer la “cadena de infección”, que describe la
secuencia de pasos en la transmisión de un agente biológico: proliferación, liberación
al ambiente y contacto con el trabajador. Este conocimiento permitirá
seleccionar e implantar las medidas preventivas adecuadas con el fin de
impedir el contacto del agente biológico con el trabajador.
Esta
cadena de transmisión consta de varios eslabones o etapas:
• El
reservorio. Es el medio físico (suelo, agua, otro ser vivo, etc.) donde un
agente biológico encuentra las condiciones favorables para su desarrollo.
Constituye el foco de contaminación.
° Conocer
en qué punto o momento del proceso la proliferación de los agentes biológicos
se puede ver favorecida es fundamental para poder valorar la magnitud del
riesgo y adoptar las medidas preventivas más eficaces para su control.
• La
exposición del trabajador al agente biológico. Viene caracterizada por la
dispersión del agente biológico, es decir, por las posibles formas o soportes
en los que el agente biológico puede pasar del reservorio al ambiente (por
ejemplo: formación de bioaerosoles) o por el acceso del trabajador al mismo.
• El
mecanismo de transmisión del agente biológico. Es el mecanismo por el que el
agente biológico resulta infeccioso. Así, por ejemplo, la bacteria Legionella
pneumophila es infecciosa por vía aérea mientras que el virus de la hepatitis B
lo es por vía parenteral. Algunos agentes biológicos pueden ser infecciosos
por varias vías.
• La vía
de entrada al organismo. Las distintas formas o vías de exposición
son: inhalatoria, dérmica, digestiva o parenteral. La probabilidad
de efecto será más elevada cuando coincida el mecanismo de transmisión con la
vía de entrada al organismo. En general, la exposición por vía inhalatoria es
la más frecuente e importante por ser consecuencia directa de la contaminación
del ambiente de trabajo por aerosoles que contienen agentes biológicos.
• El
trabajador. Es el último eslabón de la cadena. La gravedad de las consecuencias
tras la exposición dependerá de la patogenicidad del agente biológico, de la
dosis y de la susceptibilidad individual del trabajador.
La
prevención de los riesgos mediante actuaciones encaminadas a romper la cadena
de infección será tanto más eficaz cuanto más arriba de la cadena se integre,
es decir, será más eficaz la actuación sobre el foco origen de la contaminación
que sobre el medio de propagación y está mejor que la actuación sobre el
trabajador.
Dado que
no se dispone de límites de exposición profesional para estos agentes, no se
establece una metodología cuantitativa para la valoración de la exposición. Por
lo tanto, la medición sistemática y rutinaria de los agentes biológicos no es
imprescindible para determinar la magnitud del riesgo.
En
actividades con intención deliberada de utilizar agentes biológicos, y frente a
la exposición a agentes infecciosos, la medición ambiental, como herramienta
para la valoración del nivel de riesgo, no suele tener excesivo interés, ya que
las condiciones de confinamiento en que se deben manipular los agentes biológicos
permiten un control eficaz del riesgo de exposición. Sin embargo, sí supone una
herramienta eficaz para verificar que no existen “fugas” del agente biológico
fuera de su confinamiento físico primario.
En
actividades sin intención deliberada de utilizar agentes biológicos, y
principalmente en aquellas con una potencial exposición a agentes biológicos
con efectos alérgicos y tóxicos, la determinación ambiental puede ser de
utilidad para lo siguiente:
1) Comprobar
la presencia de determinados agentes biológicos en el lugar de trabajo, 2)
identificar fuentes de contaminación, 3) conocer la intensidad de la
exposición y del riesgo de exposición por inhalación y 4) verificar la eficacia
de las medidas preventivas adoptadas en cada situación. En cualquier caso, no
se debe considerar una evaluación cuantitativa de los riesgos de exposición ya
que, como se ha comentado, no existen valores límite de exposición profesional
con los que comparar los resultados obtenidos.
Por lo
tanto, la medición ambiental puede permitir:
°
caracterizar, mediante los perfiles de contaminación (identificación de
especies microbianas mayoritarias), los agentes biológicos asociados a
distintos sectores de actividad.
•
reconocer posibles focos de contaminación en un proceso.
•
establecer valores de fondo representativos de la concentración ambiental de
agentes biológicos, y que puedan ser usados como “nivel de acción o de
actuación”, cuya superación indica que se deben investigar las causas de la
contaminación, su corrección y, si es necesario, la adopción de medidas
preventivas.
• valorar
la eficacia de medidas preventivas implantadas (por ejemplo: valorar la
eficacia de un procedimiento de limpieza y desinfección).
•
comprobar la efectividad de los sistemas de ventilación general o de los
sistemas de extracción localizada.
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